Entrelazados - Capítulo 35

Aún shockeada por haber visto la imagen de Rocío y Nicolás besándose, Vera notaba cómo el delineador iba corriéndose de sus ojos, el rímmel se desvanecía de sus pestañas y el rubor estaba mezclado con el negro de las lágrimas mojadas, cayendo por sus mejillas. Procuró no hacer ruido para que ninguno de los dos jóvenes parados en el techo a los besos la escuche, pero cuando vio que la frazada de la cama de Bauti comenzó a hacer pequeñas llamas de fuego, no pudo evitar lanzar un grito agudo y comenzar a pisar el fuego con sus borcegos, logrando así que se apague. Por supuesto que de la parte de abajo de la casa nadie la había oído, pero sí Nicolás y Rocío, quienes automáticamente se separaron y miraron para adentro, observando la cara demacrada de Vera, sus golpes contra la cama de Bautista y cómo los miraba con timidez. Ambos se quedaron duros, mirándola, y decidieron entrar.
- ¿Estás bien?.- le preguntó Nicolás a Vera sin soltar la mano de Rocío en ningún momento.
La joven no pudo contestarle ni decir una sola palabra, simplemente se limpió la cara con su remera, dejándola toda manchada al ser blanca. Asintió con la cabeza, se dio media vuelta y se alejó, prendiéndose otro cigarrillo en el camino.
Rocío y Nicolás quedaron allí, sin entender nada de lo que había sucedido.
- ¿Por qué lloraba?.- se auto preguntó Nicolás. Cuando Rocío le respondió, se dio cuenta que lo había pensado en voz alta.
- No sé, para mí nos vio y se puso mal.
Nicolás no comprendía.
- Es obvio que te tiene ganas, es re evidente. Nos vio y se puso mal.- realmente a Rocío no le importaba en absoluto Vera, ni siquiera la conocía, pero por las pocas actitudes de ella que había visto, no le caía muy bien. Además, creía que entre ella y Bautista no había amistad, sino que ocultaban un gran amor, y no le perdonaría eso a una chiruza que apareció de la nada y se hizo tan amiga del ex de Celeste. Es imperdonable e ilógico que le pueda caer bien, por eso no entendía cómo Maca la quería tanto, y la maldecía por habérsela presentado a los pibes.
Luego de las palabras de Rocío, Nico hizo gesto de no importarle. Ambos notaron que había olor a quemado y observaron la frazada de Bauti.
- Un re agujero le quedó.- dijo Nico entre risas.- Bauti la va a matar.
Rocío tomó a Nico del brazo y lo sentó en la cama, sentándose ella a upa.
- Esperé muchísimo este momento.
Nico le regaló una sonrisa compradora, esa tan perfecta que había hecho enamorar a Rocío sin siquiera haberle dado un beso.
- ¿Qué va a pasar ahora?.- preguntó la rubia ante no recibir respuesta de él.
- Disfrutemos el ahora, el estar acá juntos. Cuando sea el momento de bajar, vemos qué hacemos.

No aguantaba más. Quería volver. Estaba tan sola en la otra punta del continente...No tenía amigas allá, no entendía bien el idioma, ni siquiera contaba con su familia. Todo el apoyo que recibía era de parte de los padres de Felipe, porque si era por él, la dejaba sola lidiando con todo: trámites, compras, estudio. No la ayudaba con nada, y Celeste ya estaba cansada de eso. ¡Estaba tan desilusionada! No podía creer las vueltas que había dado su vida para terminar así, tan mal con el supuesto "amor de su vida" que terminó siendo un enemigo dentro de la misma casa. Ya no había amor de parte de ninguno de los dos. La convivencia terminó por destruirlos, y esto le dolía muchísimo a Celeste, pero más que nada por su carrera profesional. Quería seguir viviendo allá un par de años hasta recibirse al menos, pero no tenía el dinero suficiente para mudarse sola y tampoco podía desaparecer de la casa de los Van Dumont como si nada después de todo lo que hicieron por ella estos largos años de noviazgo, donde siempre la trataron como una reina. Además, ¿qué pensarían sus padres si dejaba todo y se volvía? Habían gastado mucha plata en el pasaje, en la Visa, en todos los trámites, y no eran una familia que podía darse el lujo de gastar mucha plata, eran laburadores y peso por peso les costaba mucho. Sus amigas sí estarían contentas por su regreso, pero a la vez desilusionadas porque ella no pudo cumplir su sueño. Aparte le daba miedo que ya hayan formado un grupo de amigas con otra chica, quizá con esa tal Vera...¿Y Bauti? ¿Qué pensaría? La mataría por haberlo abandonado así, si bien fue él quien la dejó. Ahora, a la distancia, Celeste comprendía por qué la había dejado, ¡y había sido tan tierno y dulce el motivo! Pero igual sentía que a la primera de cambio ambos se rindieron, no siguieron adelante con su historia de amor que era tan pura. Se respetaban tanto el uno al otro, se divertían, se apoyaban en sus proyectos, y eran totalmente sinceros entre ellos. Esa relación nunca la había tenido con nadie, ni siquiera con Felipe. Ahora entendía que eso que llaman "amor" no es lo que sentía por su primer amor de secundaria, con el que tuvo su primera vez y hasta su primer beso. No, Felipe no era amor. Felipe era costumbre. Amor era Bautista...Pero ya era tarde. O tal vez no tanto.

Bautista vio a pasar a Vera corriendo al baño, tapándose la cara. Maca y Pache también la vieron, así que la joven le indicó a su novio que iría a verla.
Ambos amigos tocaron la puerta del baño varias veces esperando que Vera les abra, pero ella ni siquiera respondía. Ya harto de que no les abra, Bautista empezó a forzar la puerta, hasta que por los golpes intensos, Vera decidió abrir. Entraron los dos rápidamente y cerraron la puerta tras de sí.
Maca enseguida abrazó a su amiga, sin preguntarle si le había sucedido algo. Bauti se quedó parado a un costado, preguntándole cada dos segundos por qué lloraba. Entre lágrimas, saliva y el maquillaje que se corría, Vera intentó explicar lo que pasó.
- Ro...Ro...Nic...
Bautista la tomó de la cara suavemente, le corrió ciertos mechones de pelo que molestaban y la miro fijó.
- Tranquila, Veri, contame.
Vera continuaba queriendo explicar, pero no podía parar de llorar.
- Eu.- dijo Bauti nuevamente.- Soy yo, amiga. Soy yo. Calmate y contame.
La joven intentó relajarse. Respiró hondo y miró fijo a Bauti, luego lo abrazó con fuerza. Cuando comenzó a explicarle lo que había sucedido, Maca y Bautista quedaron boquiabiertos.
- Lautaro se muere cuando se entera.- dijo Maca.- ¡No puedo creer que Rochi haga eso!.
- ¿Qué es lo que no podés creer?.- Bauti la miró a Maca con gesto irónico.- Todos sabemos cómo es Rocío.
Maca no quería admitirlo ni hablar mal de su amiga, pero en el interior sabía que Bautista tenía razón. Ella no era así, y quizás haber estado sólo con Lauti en toda su vida la había hecho destaparse ahora que estaba soltera.
Los amigos ayudaron a Vera a lavarse la cara y relajarse, dándole consejos para superar a Nico, diciéndole que estaba enceguecido con Rocío, pero que si supiera lo que sentía ella, seguro le daría bola.
- Ya fue, chicos, gracias, pero les juro que no me interesa ya. No sé cómo me enganché tanto con un pibe que hablé dos veces en mi vida...Pasa que, es tan...
Maca, entre sonrisas cómplices, le dijo a su amiga palabras tranquilizantes.
- A mí me gusto este salame.- mencionó, señalando a Bauti.- La primer noche que lo conocí, y de hecho me peleé con Celeste porque se habían chapado. Terminé en un hospital por auto flagelarme y ella sin embargo siguió con él y yo comprendí que no podía ser egoísta y no dejar que se amen...¿Entendés?.
- Sí, amiga, juro que entiendo.- aclaró Vera.- Pero la diferencia es que Rocío no ama Nico. Nadie lo puede hacer tan feliz como lo haría yo, te juro...
Bauti la volvió a abrazar fuerte. Luego, Maca volvió donde estaba su novio, y los otros dos quedaron en el baño. 
- Si querés quedate a dormir.- le ofreció Bautista a su mejor amiga.
Vera negó con la cabeza.
- Hoy prefiero ir a casa, mañana tengo que terminar unas maquetas para la facu, además voy a ir a almorzar con mis papás...¿No te jode?.
- No, obvio que no.- dijo Bauti, y la abrazó nuevamente.- Cualquier cosa me llamás, ¿dale? O te venís, total tenés auto, así que...- ambos amigos se agradecieron mutuamente el apoyo incondicional del otro en todo momento.

La música que pasaban durante la fiesta era cada vez peor, y cuando Lautaro miró hacia donde estaban ubicado los equipos del DJ, notó que faltaba Ale. De paso, intentó buscar a Rocío con la mirada, pero no la encontró. Tampoco veía a Santino ni a Nicolás, pero optó por no flashear nada y calmarse porque, sinceramente, estaba pasando una linda noche.
Buscó por toda la casa a Ale, hasta que lo encontró sentado en el jardín, sobre el pasto, mirando hacia la huerta de la abuela de Bauti. Lautaro, en silencio, se sentó al lado de su amigo y le golpeó la espalda en señal de apoyo.
- Bueno, a ver, a mí no me la vas a estirar como a los demás. ¿Qué te pasa?.- esta reacción tomó a Ale por sorpresa.
- No sé qué esperás que te diga, pero no me pasa nada.
Lautaro lo miró fijo a su amigo y le dio un cachetazo.
- Contame.
- ¡Pará, boludo!.- gritó Alejandro.
- ¿Dolió?.
- ¡¡Sí!!.
- Entonces contame porque te pego de vuelta.
Ale sonrió un poco, pero a la vez le irritaba que nadie lo deje en paz. Quería estar solo, tranquilo. Si no se iba de la fiesta, era por Bauti que había organizado todo, y también por Pedro que se había recuperado y estaba feliz.
- Boludo, no quiero. De verdad no quiero...¿Es muy difícil entender eso?.- se daba cuenta que estaba siendo un poco agresivo, pero Lauti lo entendería. Siempre entendía y perdonaba a todos.
- ¿No confiás en mí? Somos amigos desde los tres años, gordo, ¿tanto te cuesta?.
Ale miró para abajo y luego se puso de pie, un poco fastidiado por la insistencia de su amigo.
- No tengo nada para decir.
- Recién me dijiste que sí, pero que no querías...Ponete de acuerdo en chamuyar al menos, gordo.- Lauti también se paró, y ambos quedaron mirándose fijo sabiendo que ninguno de los dos iba a rendirse tan fácilmente. Ale mantendría su postura y no le contaría lo que le estaba pasando, mientras que Lautaro iba a insistir hasta que abra la boca. Así era la historia de nunca acabar.

Luego de la fiesta, Rocío y Nicolás continuaron caminando por la calle hasta que se hizo de día. Nadie los había visto juntos, excepto Vera, y era lo único que los mantenía preocupados. Rocío le había aclarado desde el principio que le encantó ese beso y le gustaba muchísimo pasar el rato con él, pero que no podía permitirse empezar enseguida una relación, sino que quería ir conociéndolo más en el rol de pareja, para ver cómo se llevaban.
- Por ahora tenemos que mantenerlo entre nosotros.- le había propuesto la rubia al joven.
Obviamente, a Nico no le gustaba la propuesta en absoluto, pero antes que no tenerla, prefería ceder ante sus ideas. Muchísimo tiempo había esperado este momento, así que ahora debía aprovecharlo al máximo.
- ¿Y qué hacemos con Vera?.- preguntó él.
Ninguno de los dos sabía qué hacer con ese tema. La realidad era que a Nico le importaba poco que Vera lo cuente, no le atemorizaba en absoluto ni la reacción de Lauti ni de los pibes, lo único que le interesaba era estar con Rocío. Nunca pensó estar así de embobado por una chica, ni siquiera pensar en eso de ocultarle algo a sus amigos, pero era más fuerte el amor que sentía por ella.
- Si querés, yo hablo con ella.- propuso Nico nuevamente ante el silencio de Rocío mientras pensaba.
- ¡Ni loca!.- aulló ella.- Ni te acerques a esa porque te mato, ¿escuchaste?.- tiernamente se dieron un beso, aunque ambos se dierno cuenta que fue un poco obsesivo ese gesto de Rocío.- Yo la encaro y le digo.
- ¿Vos? Pero si ni la junás, ni siquiera se bancan.
- Vos dejame a mí.
Y Nico optó por confiar en ella.

Lautaro aún no podía creer la confesión de su amigo. Ambos se encontraban a la una de la tarde de un domingo, caminando hacia el club de ellos: Lion.
- Me hiciste levantar por esto, así que más te vale que valga la pena, gordo gil.
Ale no podía creer cómo se había animado a contarle todo a Lauti, pero la verdad si no lo había hecho, era porque creía que lo iba a juzgar, porque sabái que en realidad Lautaro era fiel y de confianza, de esos amigos que podés contarles todo. Prefería haber hablado con Bauti, pero como ni hablaron en toda la noche y el que más se preocupó por él fue Lautaro, eligió contarle a este último, que le había insistido tanto que terminó ganándole.
- Está mal esto que estamos haciendo, no me gusta. Parecemos Macarena cuando le mandaba cosas a escondidas a Pache. Además voy a quedar como un cagón.- Ale buscaba excusas a cada rato para no tener que hacer esta idea loca de Lautaro.
- A las minas les re van estas cosas, creeme.
- Me imagino. Vos una vez quisiste sorprender a Rocío con algo así y te terminó diciendo "Nicolás" en vez de tu nombre.
El humor ácido pero realista del gordo a todos les causaba gracia, pero por momentos fastidiaba por tener tanta razón. No tenía filtros a la hora de decir las cosas, y por eso todos lo querían, aunque a veces resultaba un poco denso.

Vera, una vez que se despertó, se miró al espejo y notó que parecía un oso panda. Los ojos alrededor estaban todos negros por el maquillaje corrido, sus pelos parecían los de un león y se había dormido exactamente con la misma ropa que usó a la noche.
Se dirigió a la suite que era de sus padres y se preparó un baño de inmersión. Se sumergió en la bañera y puso Bob Marley de fondo, imposible estar más relajada...
Se puso a pensar en todo este tiempo lo mucho que había cambiado su vida. Recordó la primera vez que conoció a Bauti y lo atropellado que fue el comienzo de su amistad, donde durmieron juntos en la casa de Macarena casi sin darse cuenta. También analizó lo mucho que lo quería y lo buen amigo que era con ella. La trataba tan bien todo el tiempo. Si ella no estaría muerta con Nicolás de esta manera tan platónica, y él no extrañaría a Celeste, estaba segura que algo hubieran intentado, pero ya eso sonaba muy distante y casi imposible de concretar, por lo que desde el minuto uno decidió no mirarlo con otros ojos que no sean de amistad.
No sabía cómo, pero llegó a adormecerse en la bañera, recostada sobre el borde mientras la espuma y los aromatizantes entraban por sus poros, relajándola por completo. Comenzó a imaginar historias que jamás iban a sucederle. Estaba suponiendo cómo sería su primer beso con Nicolás. Imaginaba que él la amaba y la buscaba por todos lados para concretar su amor. Luego soñó con su casamiento y su luna de miel. Más adelante, con tener hijos juntos...Flasheó en su interior un mundo de sueños y fantasías donde ella y Nicolás eran los protagonistas. Vivían en una mansión hermosa ubicada en Parque Leloir. Hacían encuentros con sus amigos y familiares una o quizá dos veces por semana, y tenían una mucama que siempre estaba disponible para atenderlos: Rocío.
Rocío. "Zorra", volvió a pensar Vera, "quiere todos para ella". Sinceramete, a Vera no le molestaba que Rocío quiera estar con todos; lo que le dolía en verdad era que quiera estar con Nicolás y que el muy salame esté tan enamorado de ella. No entendía cómo pibes tan buenos como Lauti y Nico podían estar atrás de una histérica así que los manejaba como quería. 
Mientras seguía pensando que Rocío era su mucama en la vida ideal para Vera, sonó su celular y recibió un mensaje de un número desconocido. Cuando vio lo que decía, se dio cuenta que era Rocío. Automáticamente, Vera quiso contestar, sin dudar un segundo en lo que respondería, así podría ser totalmente transparente y sincera. Esta fue la conversación:
- Vera, soy Rocío. ¿Estás?.
- ¿Qué pasa?.
- Necesito hablar con vos, ¿nos podemos encontrar tipo cinco en el club Lion?.
- No tengo nada que hablar con vos, si ni te conozco. Además no vivo a la vuelta del club, eh, estoy en Pilar.
- Ok, a las cinco en el club.
¡¿Qué quería?! A Vera le mataba la intriga, y odiaba que no le digan las cosas en el momento. Además era cierto que el club le quedaba lejos de su casa. Ahora estaba en la disputa si ir o no ir. ¿Qué tendría para decirle? Disculpas no tenía que pedirle, así que eso estaba totalmente descartado.
Vera salió de la ducha, se quitó el maquillaje y su esmalte de uñas rojo fuerte, se puso un pijama cómodo y se tiró en su cama, mientras marcaba el número de teléfono de Bauti, que le daba continuamente ocupado.

Una vez que Ale y Lauti llegaron al club, estaban jugando el campeonato los de la categoría 2006, tan sólo eran niños de ocho años. Los dos se quedaron unos minutos mirando el partido, y les dio mucha ternura ver la garra y la pasión que esos chicos le estaban poniendo.
- ¿Te acordás cuando éramos así?.- dijo Lautaro, nostálgico.
- Sí, era re divertido. Estábamos mucho más comprometidos que ahora...- mencionó Ale también poniéndose en una postura melancólica.
Lautaro comenzó a reírse solo, recordando viejas anécdotas.
- Esa vuelta que estábamos por ganar el campeonato y en medio del partido cayó la abuela de Nico que no entendía nada de fútbol...Jajajajajajajajaja.- ambos amigos empezaron a estallarse de risa.
- ¡¡Sí!! Me acuerdo que gritaba los goles del equipo contrario y se pensaba que yo era Nico y venía y me decía: "ay, qué gordito que estás", jajajajajajajajaja.- no podían parar de reírse.
- No entendía nada la vieja.
Los amigos se quedaron allí un buen rato, recordando distintas cosas que les habían pasado en el club a lo largo de los años. En un momento, Ale se avivó del verdadero motivo por el cual estaban allí. Codeó a su amigo, y rápidamente corrieron a los vestuarios. Buscaron el casillero 317 sin parar. 
312...
313...
314...
315...
316...
¡317!.
Ale y Lauti se pusieron delante del casillero que tenía fotos de Malena y su nombre y apellido en la parte superior. Quisieron conseguir la llave para abrirlo (esto no era Estados Unidos, los casilleros no tienen contraseña) pero no se animaron a pedirla en conserjería. Por un costado en el que sobraba un poco de espacio, Ale introdujo un sobre blanco. Luego le dio un golpe seco al casillero y miró a su amigo.
- Listo, no hay vuelta atrás. Te odio.
Lauti abrazó a Ale y se puso a cantar "We are the campions" de Queen mientras el gordo se reía a carcajadas.
A la vuelta, mientras caminaban cada uno para su lugar y hablaban de diversas cosas como el entrenamiento del lunes, el torneo que iniciaba la semana siguiente, facultad, Rocío, Bautista, Pache y otras tantas otras cosas, Lauti le preguntó a Ale si en la carta le puso que era él.
- ¡No! ¡¡Pero si soy un pelotudo bárbaro!!.- Ale se agarraba la cabeza. En la carta le había puesto lo siguiente:
"Hola, Male. El otro día fui a tu casa pero no estabas, después te encontré en una esquina dándole un beso a Martín...Te busqué por el club, por el parque, ¡por todos lados! Pero no estabas en ninguno. Quiero devolverte tu cadenita. Pensé en dejártela acá pero prefiero dártela yo. No te quise mandar un mensaje para no molestarte, y tampoco lo tengo y quería parecer un paranoico, ¡já! ¿Nos encontramos el martes a las cinco en el parque? Ahí, donde está la estatua del tigre blanco, así te devuelvo tu cadenita. Besos. Nos vemos". Pero nunca había firmado con su nombre, nunca le había dicho quién era.
- ¡Ay, no, boludo! ¡Me quiero matar!.
Lauti se reía cada segundo más y Ale se enojaba con él por burlarse en vez de ayudar.
- ¡Cooperá, Lautaro Páez! ¿Para qué sos mi amigo?.
- Ya está, te dije que a las minas les gustan estas cosas, sobre todo si te hacés el misterioso.- intentó consolar Lauti.
- Vos sos un salame impresionante. ¡¡Yo no me quise hacer el misterioso!!.- a cada minuto, Alejandro se ponía más tenso y nervioso.- Seguro espera que Brad Pitt le devuelva su cadenita, y cuando me vea a mí, va a salir corriendo o me va a decir que mejor me la quede yo, cagándose de risa en mi cara.
Lauti le puso una mano en el hombro a su amigo para contenerlo.
- Seguro va a ir y va a valorar un montón que vos hayas hecho eso por esa, re romanticón el gordis.- le comenzó a apretar los cachetes fuerte, hasta que Ale se soltó y lo insultaba, mientras Lautaro continuaba riéndose.

No podía creer lo que estaba escuchando del otro lado. Nunca se imaginó que ella iba a aparecer, que lo iba a llamar.
- ¿Fuiste vos la que me estuvo llamando en privado todo este tiempo y nunca me contestaba?.- preguntó Bautista, esperando oír una respuesta positiva.
- Sí.- dijo ella, temerosa, y a la expectativa de que la charla fluya.
El silencio se hizo cada vez más largo, hasta que Celeste decidió ceder.
- Te extraño.- dijo ella.
- Yo también.- Bautista sonaba distante y seco, pero a la vez Celeste percibía cómo del otro lado del celular él estaba sonriendo y poniéndose melancólico.
- Desde que vine acá no le toqué un pelo a Felipe.- ya está. Este era el momento donde Celeste comenzaba a contarle todo lo que sentía como en los viejos tiempos.- Tenés que estar vos acá conmigo. Fui tan estúpida...
- Ya fue, Celes. Ya fue.
- ¿Ya fue qué?.- preguntó la joven sin comprender a qué se refería.
- Estás haciendo tu vida, yo la mía. Yo te dejé a vos y eso estuvo mal, pero vos no esperaste ni dos días y ya te fuiste atrás de Felipe...No sé, no me lo esperaba.
- No me fui atrás de Felipe, me fui atrás de mis sueños y de lo que siempre quise hacer.- aclaró Celeste.- Vos tampoco hiciste nada para recuperarme y...No sé...Pensé que ibas a ir a buscarme al aeropuerto. Te juro, Bauti, que si vos llegabas a tiempo yo me quedaba. Estaba deseando que eso pase.
- Pero no pasó, Celeste. Listo, ya está. La vida es una sola, y ahora tu futuro está en Estados Unidos, el mío acá. Espero que seas feliz y tengas una muy buena vida.- acto seguido, Bautista cortó la comunicación.
Justo la conversación que Celeste quería evitar que pase, acababa de suceder. Estaba temblorosa y muy triste ante la reacción de Bauti, aunque, en realidad, no esperaba menos. Ella se sentiría igual...Se sintió igual, de hecho, cuando Felipe se fue solo. La diferencia es que él nunca la llamaba, y ella llamaba a Bautista todos los días, incluso sin hablarle, nada más para escuchar su voz. Luego de mantener esta charla, Celeste tomó la decisión de no llamarlo nunca más.
Bautista, por su parte, estaba destrozado. Cuando cortó, se puso el celular en el pecho y notó que estaba agitado. ¡Qué locura fue esa conversación! Tan corta, y a la vez tan llena de sentimientos encontrados. A Celeste podía mentirle, pero a sí mismo no: la extrañaba, y que lo haya llamado le movió todo el piso y le hizo sentir lo mismo que aquellos primeros días de sufrimiento eterno cuando no se acostumbraba a la partida de Celeste. Pero ya no sería un boludo ni dejaría que ninguna persona más lo lastime, y tampoco iba a permitir que ella aparezca y desaparezca cuando quisiera. "No soy su juguete, pero igual la extraño", pensaba el joven para sus adentros.
Notó que había tenido llamadas de Vera durante la comunicación con Celeste, pero no había respondido ninguna por estar hablando con su ex, así que decidió llamar a su mejor amiga, quien automáticamente, apenas atendió, comenzó a contarle desenfrenadamente toda la comunicación con Rocío.

Alrededor de las cinco de la tarde, Rocío se encontraba dando vueltas por la cuadra del club. Esperaba que Vera llegue en cualquier momento, así aclarar las cosas y poder hacer su vida en paz con Nicolás, por supuesto que en secreto, pero en paz al fin. Esperaba ansiosamente que la muchacha llegue, pero cuando ya se hicieron las cinco y media supuso que no iba a aparecer.
Mientras caminaba hacia su casa, Rocío se cruzó con Lautaro que iba con Ale a correr al parque. Se saludaron los tres cordialmente, y Ale notó la mirada cómplice de Lautaro, indicándole que se vaya. Rocío sonrió por este gesto y le preguntó a su ex novio cómo estaba.
- Mejor. Igual no te olvido ni aunque pierda la memoria.
A la rubia le pareció muy tierna esa oración, pero no acotó nada, simplemente se quedó callada.
- ¿Vos estás bien?.- preguntó él.
Rocío se quedó mirando un punto fijo, sintiéndose un poco culpable por estar con Nicolás. No podía mirar a los ojos a Lautaro sin sentirse una basura o morir de ganas por contarle la verdad para que deje ocupar este rol de tarado.
- ¿Rochi?.- Lautaro se daba cuenta de lo colgada que estaba la joven, pero no quería preguntar mucho ya que no le correspondía.- ¿Vamos a sentarnos en la vereda así hablamos?.
Rocío fue precavida, y pensó en que, en este momento, Nicolás estaba con su familia, así que no los vería. De todas formas, era domingo y cada uno andaba en la suya, así que no se enteraría de que estaban hablando ni nada que pudiera traerle problemas a su relación
Sin saber cómo fue que accedió a la propuesta, los dos se encontraban sentados en su vereda de siempre, donde siendo novios se daban besos apasionados llenos de cariño. Ella sentada sobre las piernas de Lautaro, abrazándolo por el cuello, y él tomándola de la cintura, besándose como habían hecho este año y medio de noviazgo hasta que la relación se cortó.

Hacía tres días que con Felipe no se dirigían la palabra. Gracias a Dios, sus suegros (o ex, ya ni siquiera lo sabía) ni prestaban atención a eso, tampoco se avivaban. La relación entre ella y Felipe era un desastre, lo poco que hablaban lo discutían, así que por eso habían decidido no hablarse más hasta que las cosas sanen un poco. El problema era que ambos sabían que nada iba a solucionarse así, y que su relación estaba totalmente desgastada. Celeste se sorprendía porque él no era el mismo de antes, mientras que Felipe se sorprendía de lo mismo pero con ella. Lo que sí sabía él, y lo tenía muy en claro, es que el cambio repentino del humor y el afecto de Celeste no había sido por irse a vivir juntos y alejarse de su familia, ya estaba hace tres meses ahí, era obvio que se había acostumbrado. Lo que de verdad le había hecho cambiar la cabeza de la muchacha era el amorío que había tenido con Bautista. Fue corto, pero fuerte, y eso a Felipe lo lastimaba y desilusionaba un poco, porque se había gastado sus ahorros para venir a buscarla, y desde el minuto uno en que llegó, todo fue un desastre. Era lógico por un lado, y Felipe lo comprendía, pero nunca se imaginó que iba a amar a alguien más de lo que lo amaba a él, si es que, en realidad, esto era así, porque sino no hubiera dudado entre si lo amaba o sólo le tenía lástima por su vida trágica. Y el día que quiso poner punto final a esta relación, se acercó a la puerta de la pieza de  Celeste y escuchó una conversación de ella con su madre.
- Sí, ma, tengo todo listo. Sí, sí, no te preocupes. Nos vemos dentro de poco.
En ese instante, fue cuando el mundo de Felipe se desmoronó por completo y comprobó que ya no tenía esperanzas como para recuperar la relación con Celeste.

Oxígeno. Suero. Cables por doquier. Catéter, incluso.
Cuando Macarena y Pache se levantaron ese mediodía en casa de ella luego de la fiesta de Pedro, la joven fue corriendo al baño a vomitar. Pache intentó no enojarse, sobre todo cuando descubrió que no lo había provocado a propósito. La sostuvo del pelo, y la alentaba a relajarse y respirar hondo.
- Relajate, amor.
A ella le reconfortaba tenerlo a él a su lado, hasta que en un momento se puso pálida y blanca como una hoja, y se desmayó en los brazos de Pache, mientras le sangraba la nariz.
Él no sabía cómo actuar ni qué hacer. Allí, arrodillado en el piso, con el cuerpo de Maca sobre sí, comenzó a gritar en busca de Sonia, su suegra, o Matías, su cuñado. Ambos estaban almorzando, pero subieron rápidamente a ayudar a su familiar, llevándola como aquella vez, al hospital Gutiérrez.
Bulimia. Le diagnosticaron anemia también, y una pre anorexia. Debía ser tratada y estar internada un tiempo hasta que su cuerpo mejore y de señales de que podía soportar comida, porque ahora todo lo que tomaba o ingería, lo vomitaba.

Bautista le había aconsejado que no vaya al encuentro con Rocío, que no tenía sentido, que era en vano. Vera decidió no hacerlo y obedecer a su amigo, porque si le decía eso es porque era lo correcto. Luego, se avivó de que no quería vivir con la intriga de lo que Rocío tenía para decir, así que diez minutos antes de que sea el horario del encuentro, subió a su auto y se dirigió a Capital Federal, para encontrarse con su enemiga en el club. Iba a avisarle que estaba yendo y que no se vaya, pero descubrió que olvidó su celular arriba de la cama, así que puso primera y anduvo lo más rápido pero prudente que pudo.
Cuando estaba llegando al club, vio desde la otra cuadra, antes de estacionar, a dos jóvenes sentados sobre la vereda, besándose. Decidió no acercarse mucho, sino dejar el auto en la esquina, y desde allí, observarlos.
Sí, eran Lautaro y Rocío...¡No lo podía creer! ¿Tan atorranta podía ser? ¿Cómo es que desperdiciaba a un chico como Nico y le mentía a otro joven como Lautaro? Los dos valen oro, y no se merecen una cosa así, pero ella tampoco podía meterse, Intentó acercarse más cuando unos autos pasaban, así no llamaba la atención, e incluso escuchó la conversación entre ambos, a veces hablaban bajo y se escuchaba mal o poco, pero finalmente pudo captar la idea principal.
- Por ahora, esto lo tenemos que mantener entre nosotros, más si nos vamos a seguir viendo y todo.- sugirió ella.
- ¿Por qué? ¿Te avergonzás de mí?.- preguntó Lautaro con pesar.
- ¡No, no! ¡Nada que ver, mi amor!.- dijo Rocío, tomándolo de la cara y dándole un beso tierno.- Más que nada para que no te pelees con Nicolás y...
- Pero Nicolás no tendría por qué enojarse, si sos mi ex novia...Además, ¿qué te importa a vos si se enoja?.
- No, no me importa. Yo por vos...Pero igual, ¿podemos mantenerlo entre nosotros?.
Lautaro asintió aún no muy convencido.
- Dale, al menos por ahora, al principio.- la rubia extendió su dedo más chiquito de la mano izquierda, para que Lautaro entrelace el suyo y así se prometan que ninguno de los dos diría nada.
¡No podía ser! ¡Seguro a Nicolás le fue con el mismo cuento! Ni siquiera cambiaba las palabras al parecer...Qué yegua. Necesitaba hacer algo al respecto, no podía quedarse callada...Pero todo fue mucho más fácil cuando, repentinamente, en el club apareció Nicolás y vio la escena.

Continuará...