domingo, 5 de octubre de 2014

Entrelazados - Capítulo 26

Celeste cruzó miradas con aquel joven que apareció repentinamente en su casa. Luego, la morocha se miró a sí misma y recordó que debajo del toallón no tenía ropa, por lo que corrió a esconderse debajo de las sábanas de su cama.
- ¡¿Me explicás qué mierda hacés acá?!
Lautaro había entrado llorando a la habitación, pero cuando vio esa imagen de Celeste, automáticamente se le hizo una sonrisa en la cara, pero sus ojos seguían apesadumbrados y tristes.
- Cambiate tranquila, perdón. Tu vieja me abrió. Me parece que ni se acordaba de mí, hasta que le expliqué quién era. 
- ¿Y qué hacés acá?.- Celeste no entendía nada.
- Te tengo que contar algo de Rocío...Así que cambiate y vamos a caminar.
Ambos se miraron fijamente, y a Lautaro se le estaban acomodando las lágrimas en los ojos nuevamente.
- Por favor, Celes, sos la única que puede ayudarme.
Celeste no comprendía si era una orden, un pedido, o si la estaba obligando a hacer algo que no quería. Aún debajo de sus sábanas, sólo con la cabeza y el brazo derecho afuera, contestó:
- Yo no voy a ir a ningún lado.
Lautaro la miró con gesto cómplice y sin decir una palabra, cerró la puerta tras de sí. Celeste se tómo la cabeza con las manos en un gesto de no saber qué hacer. Tenía tantas cosas en su mente, se sentía en una nube de la que no podía bajar y estaban muy confusas las cosas en su cabeza como para ahora tener que aguantar otro problema más, que encima no tenía nada que ver con ella.

La situación en la comisaría ya se estaba poniendo incómoda. La tía de Santino fue a retirarlo, y por más que sea una loca bohemia a favor de la marihuana y todo lo que eso conlleva, se enojó mucho con su sobrino.
- ¡¿Sabés el quilombo que me harían tus viejos si saben lo que hiciste?!
Pero Santino no la escuchaba, sino que prestaba atención a la mesa contraria a la que estaban sentados. En aquel otro lugar se encontraba el comisario general junto a dos guardias y una joven con cara lastimada y los padres a su alrededor con cara de enojo.
- Entonces, si ella cumple con el tratamiento psicológico que le brinda su obra social, no hay necesidad de ir a un reformatorio, ¿está claro?.- comentó el oficial.
La madre de la chica comenzó a llorar desconsoladamente, se puso de pie, pidió disculpas y salió al otro living para tomar agua y relajarse. La joven solamente se predisponía a mirar el suelo, suficiente vergüenza parecía sentir. 
La tía de Santi comenzó a caminar en dirección a la salida de la comisaría, y el joven, todo sucio, le indicó que suba al auto que él ya iría tras ella, y se paró mirando el cielo en la puerta de la comisaría. Cuando se estaba por ir, luego de respirar hondo, notó una presencia tras de sí. Allí estaban el padre y la chica que estaban dentro.
- ¡Señor! ¡Señor!.- se escuchó de adentro.- ¡Le faltan firmar los papeles de autorización para la atención psicológica a su hija!
El señor dio media vuelta, le indicó a su hija que espere ahí, que también iría a buscar a su madre y se alejó. La muchacha se cruzó de brazos y se sentó en el borde de la vereda, mirando el suelo. Santino sonrió de costado, estaba completamente intrigado por saber lo que le había pasado, entonces iba a buscar la forma más rápida y disimulada de averiguarlo. No podía evitar ser un curioso. Se sentó en el cordón a unos pocos metros de la chica, sacó un cigarrillo que le había quitado cuidadosamente a su tía y la miró a la extraña.
- ¿Tenés fuego?
Ella levantó la cabeza con desgano y negó sin producir ni un sonido. Santino revoleó el cigarrillo lejos de él y miró el cielo.
- Hace un par de días que estoy acá adentro, no sabés qué lindo salir y ver la forma de una nube.
Silencio.
- ¿Estás bien?
Ella no quería responderle, de hecho estaba tan mal que no quería hablar nunca más en su vida. Había cavado su propia fosa, se arruinó la vida a sí misma, y ya no podía hacer nada...Mucho menos intentar tener amigos nuevos. Santino notó la indiferencia de la joven, entonces se acercó más a ella y la miró fijo, aunque ella no le haya devuelto la mirada.
- Perdón la intromisión, pero no puedo evitar ser un curioso empecinado...¿Puedo saber qué te pasó y por qué estás acá?
Negó nuevamente con la cabeza.
- ¿Te robaron?
Silencio inmutado.
- Bue.- Santino ya se había fastidiado. Se puso de pie y se predispuso a caminar rumbo al auto de su tía que estaba a dos cuadras ya que no había conseguido otro lugar para estacionar. 
- ¿Bue? ¿Qué esperás que te diga?.- mencionó ella.
- Bueno, ya te conozco la voz, eso es un avance re groso en tu vida, ¿no?.- Santino no podía evitar ser muy irónico a veces, tanto que molestaba demasiado a la gente, pero no podía controlarlo ni se daba cuenta de lo molesto que era.
- No creo que quieras conocer lo bien que pego trompadas, porque me llegás a seguir jodiendo y te ju...- ella no pudo terminar de decir la frase que instantáneamente comenzó a respirar de manera agitada. Cada vez se ahogaba más, al punto de arrastrarse por el piso de no poder respirar. Su desesperación la estaba haciendo volver loca. Sentía que el corazón se le salía del pecho, que la calle se hacía más angosta y ella no tenía lugar para escapar. Santino entró en un ataque de nervios absoluto. Quería correr a avisarle a sus padres, pero en ese instante ella podía terminar muy mal. Optó por sentarla y apoyar la espalda de ella sobre sus piernas, mientras gritaba con todas sus furias que alguien recurra a ayudar. Ella no podía respirar aún, sentía que los pulmones estaban fuera de su cuerpo.
- Tranquila, tranquila. Va a estar todo bien.- Santino temblaba de los nervios, y tomó a la chica de la mano.- Agarrame fuerte, canalizá todo ahí, respirá por mi mano. Vos podés, dale. ¡Ayuda!.- ella apretó bien fuerte la mano izquierda de Santino, mientras con la otra se tomaba el pecho y se golpeaba a sí misma.- Tranquila, relajate. Está todo bien.
- Me estoy muriendo. Me voy a morir.
- No, no te vas a morir. Estoy yo acá. Vamos, respirá que no pasa nada. Sólo estás asustada. Respirá.
Mientras Santino continuaba ayudando a la chica y gritando que alguien vaya a su auxilio en cuanto pudieran, salieron corriendo los padres de la chica junto con varios policías. El padre quitó bruscamente a Santi de encima y comenzó a presionar el pecho de su hija, quien estaba devastada en el suelo. En una milésima de segundo, entre gritos de la madre, policías corriendo pidiendo una ambulancia y el padre asistiendo a su retoña, ella se calmó y volvió a respirar con normalidad. Fue un alivio para Santino, temía mucho que algo le pasara y no porque le interese la joven, sino porque no iba a resistir quedarse toda la vida con la duda de por qué estaba en la comisaría. Justo cuando comenzó a caminar rumbo al auto de su tía nuevamente, alguien lo tomó del hombro.

Macarena estaba feliz porque esa tarde iba su padre a merendar. Hace mucho que no pasaban un domingo en familia, y el hecho de que hayan organizado todo como celebración de que al día siguiente comenzaba la facultad, la ponía muy feliz. Invitó a Pache a que se quede, pero el joven le dijo que prefería ir a su casa a ducharse e ir a ver a Bauti un rato para jugar a la play. Ninguno estaba enterado de la vuelta de Felipe e ignoraban lo mal que estaban sus dos amigos.
Una vez levantados y ya cambiados para encarar el día, Pache le dio un largo beso a su novia, le dijo que la amaba y bajó de la habitación para irse caminando rumbo a su casa.
Mientras Maca ordenaba un poco su pieza y hacía la cama, la cual quedó totalmente desordenada, vio que el celular de su novio había quedado envuelto entre las sábanas...

Había pasado una noche de mierda. Entre su vuelo directo a Ezeiza que había salido con demoras, la joven que estaba a su lado en el avión sin parar de roncar, el rechazo de Celeste y la mala onda de Rocío, Felipe se arrepentía cada vez más de haber hecho esa escapada de Estados Unidos para volver a ver a su chica. Lo único que él pretendía era darle una sorpresa antes de que empiece la facultad. Desde el primer día en que se fue, anotó en un calendario los días que faltarían para volver a ver a Celeste. No quería dejarla acá, quería llevarla consigo...Tampoco quería desaparecer así como así, pero no le quedaba opción. Antes de irse, le había prometido a Celeste que la llamaría, que vendría para las fiestas y para cumpleaños, pero nunca cumplió con sus promesas...Y al momento de prometerlas, Felipe sabía que no iba a ser así. No pretendía atar a Celeste a una relación a la distancia, sobre todo en momentos tan débiles de su vida como es la adolescencia, donde el golpe de una pérdida amorosa sería muy fuerte, pero peor le parecía a él tener que sostenerla a una relación a la distancia, la cual tampoco le agradaba en demasía. Lo que sí realmente Felipe se había prometido a sí mismo es no estar con ninguna chica, y no le resultó ningún sacrificio. ¿Oportunidades? Sí, tuvo muchísimas, pero era más fuerte el amor que sentía por Celeste.
Dolorosamente le costó los primeros días no llamarla y comunicarse, por lo que lo hacía asiduamente, hasta que realmente se dio cuenta que estar así iba a lastimarlos a ambos. Él prefería estar sufriendo antes que ver mal a Celeste, por eso prefirió no hablarle más hasta que sea el momento indicado de volver. Lo que nunca se imaginó Felipe, es que Celeste iba a abrirle su corazón a otra persona, que iba a tener otro Superman, que otro chico iba a volar con ella en la nube de cristal en la cual había estado con Felipe tanto tiempo.
El joven se levantó de la cama y comprobó que eran alrededor de las cuatro de la tarde. Extrañaba mucho su hogar, extrañaba estar en Estados Unidos, pero más se dio cuenta que había extrañado todo este tiempo dormir en la cama de la casa de sus abuelos. Era hermoso verlos de nuevo, y quería aprovechar el día para pasarlo con ellos, pero el inconveniente de la noche anterior en el club con Celeste lo tenía bastante preocupado.

Celeste estaba sentada en la punta de su cama, ya vestida, agarrándose la cabeza, mientras Lautaro paseaba por toda la habitación en gesto pensativo.
- ¿Podés dejar de caminar por todos lados como un loco de mierda y decirme qué querés?
Lautaro se quedó quieto y miró fijo a la morocha, luego se sentó a su lado.
- Como es un día bastante lindo, me levanté y me predispuse ir al parque a correr. Cuando llegó ahí...
El joven empezó a desarmarse, sus ojos se llenaron de lágrimas pero intentó contenerlas para no quedar como un maricón. Celeste le pasó una mano por la espalda. Lautaro respiró hondo y se predispuso a seguir hablando.
- Estaba bordeando el parque trotando despacio con los auriculares puestos, y cuando miro hacia un costado, veo a Ro...Veo a...- sin poder continuar, Lauti empieza a llorar desconsoladamente, tapándose los ojos con las manos.
- ¿A Rocío?
Lautaro asiente.
- Con Nicolás...- continúa su llanto sin parar.
Celeste abrió la boca y se quedó sin palabras. Notó sus labios secos, y le dieron ganas de llorar a ella también por todo el estrés que sentía en ese momento. Pero prefirió respirar hondo y ahorrarse las lágrimas.
- Tranquilo, eu. Tranqui.
- No puedo, Celeste. Te juro que no entiendo nada. No puedo creerlo...
- ¿Y qué hiciste vos?
- ¿Yo? ¿Cuando los vi?.- Celeste asintió con la cabeza.- Nada, ¿qué iba a hacer? ¿Meterme y hacer un papelón de nuevo? ¡Ni en pedo! Seguí trotando hasta que llegué acá.
Celeste no entendía bien qué era lo que Lautaro pretendía yendo a su casa a chusmearle todo. No estaba en condiciones de ayudar a nadie, menos a un pibe que es el novio de su amiga y no tiene nada que ver en su entorno de amistades.
- Lo que quiero que me ayudes vos es a recuperarla. Y que me digas si me está cagando con Nicolás o no.
Celeste cerró los ojos un segundo, pensando su respuesta.
- Mirá, Lautaro, yo ahora no te puedo ayudar. Estoy con un montón de quilombos en mi cabeza como para pensar en problemas ajen...
- ¡No es un problema ajeno!.- Lautaro se puso de pie, furioso.- ¡Es un problema de tu mejor amiga!
Celeste procedió a pararse, con cara apenada y mirando el suelo. Luego, tomó de una mano a Lautaro en señal de apoyo.
- No sé qué onda ella con Nico, de verdad. Pensé que seguía preso y todo, no tengo idea de nada. Tampoco tengo por qué meterme y ayudarte a recuperarla si ni siquiera vos sabés si la perdiste...¿entendés?
Lautaro miró hacia la ventana, notó que salía el sol. Se secó las lágrimas, soltándole la mano a Celeste.
- Lo mejor que podés hacer, Lauti, es ser sincero con ella y hablar para solucionar las cosas de una vez.
- Ya no se puede solucionar nada, boluda. Ya está.
- ¿Cómo?.- Celeste entendía perfectamente lo que Lautaro estaba diciendo, pero prefirió comprobarlo con las propias palabras de él.
- Rocío no me ama más. Fallé. No la aproveché cuando lo ten...
- No, no, no. No es eso. Vos fuiste un muy buen novio, sino no seguiría estando con vos hoy en día...¡Ni hablar de haberse dado otra oportunidad!
- Puede ser...¿Y Felipe?
El cambio de tema repentino de Lautaro la había tomado por sorpresa. ¡No quería escuchar más ese nombre, tenía que ser un tema tabú en su casa! Lo bueno de haber visto a Lautaro un rato, es que hizo que Celeste pueda despejarse un poco de sus problemas, pero tampoco debía olvidarse de solucionarlos.
- No sé.
Lautaro se puso las manos en los bolsillos.
- Bueno...
Silencio.
- Me voy yendo. Tengo que ir a hablar con Rocío.
Celeste le secó una lágrima que aún seguía dando vueltas por la cara del muchacho.
- Primero andá a tu casa, lavate la cara, relajate un poco y después hablá con Rochi todo lo que quieras...¿Dale?
Lautaro asintió, le pidió disculpas a la morocha por haberla molestado y se fue directo a la casa de Rocío, haciendo caso omiso al consejo de Celeste.

Bauti estaba totalmente devastado. Se levantó con los ojos hinchados de tanto llorar. Por suerte ni su hermano ni su abuela estarían en todo el día porque siempre tenían planes para los domingos, entonces él podía echarse a llorar cuando quisiera. Mientras se preparaba un almuerzo porque ya era tarde para desayunar, recordó momentos con Celestes en aquella cocina y nuevamente irrumpió en un llanto desconsolado. No estaba enojado con ella, estaba dolido y muy desilusionado...¡Con todo lo que le había costado conquistarla, ella se olvida en un segundo de él! Se sentó sobre la mesa y respiró hondo para evitar que las lágrimas sigan brotando de sus ojos. No se avergonzaba en absoluto de llorar, mucho menos si estaba solo. Tampoco se consideraba poco hombre o maricón por hacerlo, simplemente el llanto era algo que le costaba guardarse si sentía que debía salir. Se dirigió al baño, se lavó la cara, y volvió a la cocina para seguir friendo las milanesas y el huevo frito. De repente, sonó el timbre en la casa. No quería abrir, no quería hablar con nadie, tampoco esperaba a ninguna persona...Pero justo cuando se decidió a abrir la puerta, alguien se avalanzó sobre sí y lo abrazó muy fuerte, como si no lo hubiera visto en años...Era Celeste, inundada en un mar de lágrimas y con el maquillaje descorrido.

El hombre que puso su mano sobre el hombro de Santino era el papá de la joven.
- Gracias por ayudar a mi hija...Tiene...Ataques de pánico.
El muchacho dejó la cara neutra y le dijo a aquel nombre que no fue molestia, que se había preocupado por más que no la conociera.
- Ella quiere que te acerques a la ambulancia, te quiere agradecer personalmente.
Santino asintió y aceptó la propuesta. Ambos hombres se acercaron a la ambulancia y allí estaba la jovencita: sentada sobre una silla de madera sobre la ambulancia, sonriendo de costado, con las pocas fuerzas que le quedaban en el cuerpo. Santino se sentó sobre el piso de la ambulancia, con un pie sobre el asfalto y otro sobre la camioneta. Luego, le extendió su mano a la muchacha.
- Santino, mucho gusto.
Ella sonrió, le devolvió el gesto, y él se agachó a besar su mano.
- Qué caballero.- dijo ella.
- Te toca presentarte, sino nunca voy a saber a quién salvé.
La joven se rió despacio.
- Dale, ¿cómo te llamás?.- insistió Santino.
- Malena.

Continuará...

27 comentarios:

  1. Me despierto y entro a incredulas, son las unicas q me alegran el domingo. Quiero su askkkk xfi 😊 Las amo, bue.

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  2. Muy bueno !! Quiero saber como sigue..

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  3. Noooooo! Hay no puedo esperar hasta el domingo,quiero saber como sigue!
    CHICAAAAS SON UNAS GENIAS,LAS ADORO!

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  4. No te la puedo creer todo lo que paso en este capitulo, diooooos! Ya quiero que sea el domingo que viene!

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  5. ES MALENA LA QUE SALIA CON NICOLAS? ME MUERO

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  6. No pueden hacernos esperar hasta el otro domingo!!! PERFECTO chicas, la verdad que esta bastante bueno!!

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  7. tube una semana llena de problemas y no hay nada que me despeje mas que leer entrelazados

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  8. ES MALENA LA LOQUITA ? o una malena nueva ? Vamos chicas !!!! QUIERO MAS !!!!

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  9. LAS AMOOOOOOOOOOOO <3 LES JURO ESPERO CADA DOMINGO PARA LEER ESTO SON GENIALES GRACIAS <3<3<3<3

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  10. Lo mejor de lo mejor es que volvieron para alegrar mis domingos, amo esta novela! Son genialessss chicas ♡♥

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  11. Wow qué capítulo!! Me encanta entrelazados

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  12. es malena la ex de nico ? O que onda quiero que sea domingooooooo.

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  13. NO DAN MAS DE GENIAS, LAS AMO. YA QUIERO QUE SEA DOMINGOOOOOOOOO

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  14. Noooooooo la puta madreeeee,quiero saber que pasa con celeste y bautistaaaaaa,que intriga x dios,lo peor es que tengo q esperar UNA SEMANA para leer el siguiente capitulo,hay chicaa.son geniales!! Me encanta entralazados♥

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  15. la parte del ataque de panico no les suena a skins?

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  16. ahhhhh no no no, no puedo seguir esperando hasta el proximo domingo.
    Me re enganche con esto la verdad que agradesco que mi amiga me lo recomendara. Es genial :D

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  17. EL MAR- de Abel Pintos. para Celes... "y nuna sabraaaas lo que duele tu nombre".... es buena opción ;)

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  18. Eu yo opino que pongan un capítulo nuevo dos veces a la semana.. Por ejemplo, domingo y miércoles así no se hace tan larga la espera!!
    Son genias, amo entrelazadossss

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  19. porque lo ponen una vez a la semana? no les cuestaa nada ponerlo dos o tres veces por semanaa

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  20. POR DIOS lo que fue ese final.

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  21. POR DIOS lo que fue ese final.

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  22. Publiquen un libro!!!! Es lo mejor que lei en mi vida

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  23. Malena???? La que le espera pobre santino, es tan amor y ella es tan conchuda.... #BautiPasion

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  24. Uh boludas, era obvio que era Malena la loca.

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  25. Que groso este capitulo! me encanta

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