Entrelazados - Capítulo 22

El plan de Malena había sido un éxito. Tanto auto-golpearse había valido la pena ahora que Nicolás sería detenido. Y con las falsas conversaciones telefónicas que grabó junto con su hermano, quien se hizo pasar por Nicolás, no habría forma de que se lo pasaran por alto. En esas grabaciones se escuchaba como el supuesto ex novio la amenazaba de muerte, impidiéndole contarle a alguien sobre los golpes que le daba y los moretones que le dejaba en la piel. 
La escena fue tan violenta que ni siquiera le dio tiempo a Nicolás de llamar a sus padres. Los policías colocaron sus manos por detrás, esposándolo y sin preguntar nada, lo metieron dentro de un patrullero. La cabeza del joven no paraba de dar vueltas. ¿Qué hacía ahí? ¿Qué estaba pasando? Seguro era un sueño...Pero no, era todo muy real. Los policías hicieron entrar a Nico a un cuarto oscuro, de paredes grises, el suelo estaba totalmente helado al igual que toda esa habitación que emanaba olor a sangre, muerte, tempestad, soledad. Nicolás todavía seguía con la mente en blanco, le costaba asimilar lo que estaba pasando, aunque no tenía idea y era lo que menos imaginaba. Se encontraba tan desorientado y asustado que ni siquiera le salían las palabras de la boca, ni siquiera pedía explicaciones sobre aquella injusticia que estaba viviendo.
Luego de pasar la hora mas larga de toda su vida allí sentado, uno de los señores uniformados lo trasladó hacia otro cuarto. Este, a diferencia del anterior, era demasiado luminoso. En una pequeña mesa central se sentaron ambos, enfrentados, y una luz blanca similar a la de un hospital le apuntaba directo a la cara encegueciendolo un poco.
- Bueno, nene, mirá, la cosa es así: podés ir a juicio pero tendrías que pagarte tu propio abogado, los abogados que ofrece el Estado son bastante malos, o podes ahorrarte ese bochorno ante tanta gente, asumir la culpa, y bancarte la condena de dos años. No es mucho, pensá que por buen comportamiento te podemos largar un poco antes...
- ¡¿Cómo?! ¿Condena? ¿Dos años? ¡Pero si yo no hice nada, oficial!
- Uh. Pensé que íbamos a poder solucionar esto rápido, pero parece que hoy no voy a volver temprano a casa.- el oficial se desploma en su asiento y mira hacia el techo, cansado.- Se te acusa por un ataque de violencia física y verbal a una dama. Malena Luz Crespo.
Nicolás abrió los ojos como dos platos, la luz ya no era una molestia, con el impulso del cuerpo tiró la silla hacia atrás, aún estando esposado, se puso de pie y reclamó su llamada. Tenía derecho a una llamada... lo había visto en las películas.
En la habitación de Rocío sonaba la alarma que había programado para las nueve de la mañana, así podría despertar a Lauti para que se vaya antes de que sus viejos se despierten y noten que había pasado toda la noche durmiendo allí.
Cuando Lauti se despertó, Rocío ya tenía el ventanal del balcón abierto para que él bajase, pero no sin antes despedirse con un largo y dulce beso.
- Esperá, tengo una idea. ¿Y si bajo por acá, toco el timbre de tu puerta, y me volvés a abrir? Sería como si anoche me hubiese ido, y hoy hubiese vuelto temprano.
- Sí, dale, ¡qué buena idea! Pero no tardes mucho que te voy a extrañar.
Dicho y hecho. Lautaro tocó timbre y la mamá de Rocío, que estaba abajo preparando el desayuno, se acercó a abrir. Lo saludó dejándolo pasar y le indicó que subiera y despertara a "la dormilona". Mientras volvía a la cocina no pudo evitar sonreír, la ponía muy feliz que su hija estuviera con este chico tan bueno otra vez. 
Cuando Lauti abrió la puerta de la habitación, Rocío se le tiró encima.
- ¡Lautiiii, al fin! Ya te estaba extrañando.
Por otro lado, a algunas cuadras de allí, se desarrollaba otra escena de amor. Bauti y Celes se encontraban en un confitería llamada San José, tomando unos licuados de frutilla, festejando que ya había pasado un mes del día en que se conocieron.
Como ya estaba oscureciendo, la invitó a su casa para que puedieran desde allí pedir un remis, y Celes aceptó, sin saber que en realidad era una excusa, y una gran y hermosa sorpresa la esperaba del otro lado de la puerta.
Bautista estaba muy nervioso, hacía días que venía planeando este momento y ahora que se aproximaba, no sabía como debía actuar, y había olvidado por completo las palabras que tenía premeditadas para la ocasión. Al llegar, fingió no encontrar el teléfono por ninguna parte del comedor, y le pidió a Celeste que se fijara si estaba en su habitación. Pero cuando abrió la puerta, no fue el teléfono lo que encontró, sino un camino de pétalos de rosa que se dirigían hacia la cama, y sobre ella, un ramo de rosas blancas y una nota apoyada cuidadosamente en un costado. Celeste la tomó con sus manos y se dispuso a leer, conmovida, cuando Bautista entró por la puerta y empezó a relatarla él mismo, ya que se la sabía de memoria. Terminando con una pregunta que a ambos los puso muy nerviosos. A él por no saber qué le respondería su amada, y a ella por no saber cómo reaccionar. Pero el amor pudo más que cualquier razonamiento y a ese "¿querés ser mi novia?" lo siguió un "obvio que quiero" y un abrazo enorme que desacomodó todos los pétalos de la cama.
Pache fue a ver a Maca a su casa, tal como le había prometido la noche anterior en el hospital. Ella ya se encontraba muchísimo mejor, y la presencia de Pache era el principal factor que hacía que esto sea así. Juntos se pusieron a organizar la fiesta anual del club, por el comienzo del campeonato, que sería este fin de semana, y de la cual Pache estaba a cargo. Llamaron uno por uno a cada invitado de la lista, que no sólo incluía a sus amigos, sino también a todos los demás socios del club, que a su vez podían invitar a cuantas personas quisieran. Sería una fiesta enorme y divertidísima, como todos los años. Y además de esto, también sería la oportunidad perfecta para anunciar que ahora estaban juntos, aprovechando que todos sus amigos estarían allí. Al único invitado que no pudieron ubicar por ningún lado fue a Nicolás, pero no se preocuparon demasiado porque dieron por hecho que estaría en algún lugar sin batería en el celular, como le solía pasar bastante seguido. 
Ojalá Pache y Maca estuviesen en lo correcto, pero no. Nicolás se encontraba realizando su único llamado desde la cárcel. Pero a pesar de que dejó sonar hasta el último tono, su mamá no se encontraba en su casa, y nadie lo atendió. 
En un acto de desesperación y aprovechando que el oficial que lo acompañaba se encontraba distraído, marcó el segundo número que se le vino a la cabeza en ese momento: el de Rocío.
La rubia estuvo a punto de cortar cuando escuchó que era una llamada desde la cárcel, pero una corazonada en su interior le indicó que debía seguir escuchando, y la voz de Nicolás comenzó a sonar. 
- Ro, soy Nico. No vas a poder creer lo que me pasó, necesito que vengas ya para acá. Por favor, ayudame.
Rocío percibió a Lautaro que la miraba de reojo desde la cama.
- Maca, ¿qué pasó? ¿A dónde estas?
- ¿Maca?...Ah, dejá, ya entendí. No te quería generar un problema, es que no supe a quién llamar y tu número fue el primero que se me vino a la mente. Me detuvieron por un invento de Malena.
- ¡¿Cómo?! Esa mina está enferma. Ya mismo voy para allá.
Rocío cortó el teléfono y se dirigió a Lautaro que ahora se encontraba sentado en la punta de la cama y había escuchado atento cada palabra de la conversación. 
- Amor, me tengo que ir. Maca está mal, tuvo una recaída.
- ¿Y quién es la mina que dijiste que está enferma?
- ¿Yo dije eso?... Ah, no, lo que dije fue "todavía estás enferma". Habrás entendido mal, gordo.
- Sí, puede ser. Bueno, ¿te acompaño hasta lo de Maca?
- No, no, dejá, voy sola. Me parece que no está como para recibir muchas visitas.
Lautaro se fue a su casa, mientras al mismo tiempo Rocío se tomó un taxi hasta la dirección que su celular le indicaba según el número del que la había llamado Nicolás. 
Al entrar al horrible lugar tuvo un escalofrío, y mientras un oficial la acompañaba hasta la celda, la tensión en su cuerpo aumentaba más y más al imaginar que Nicolás estaba encerrado en un lugar así. 
- Tenés visitas.- dijo con voz ronca el oficial, y se apartó a un costado, dejando que los ojos de Rocío se clavaran en los de Nicolás, y al verlo allí, tan desolado, comenzaran a llorar desconsoladamente mientras sus manos pasaban entre medio de las rejas y las lágrimas caían también por las mejillas de Nicolás, quien entrelazó fuertemente sus dedos con los de Rocío.

Continuará...

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